La promesa de un anillo que puede controlarlo todo, como en “El Señor de los Anillos”, no está lejos de convertirse en realidad.
Una nueva categoría de dispositivos llamados smart rings o anillos inteligentes está ganando cada vez más adeptos. Su promesa inicial: mantener el control y en constante monitoreo múltiples variables biométricas que van desde las pulsaciones hasta la calidad del sueño.
Es que su mezcla entre un accesorio y un dispositivo recolector de datos le ha permitido ir consolidándose en las preferencias de los usuarios. Por ejemplo, Oura, una de las empresas pioneras, ha vendido más de 1 millón de anillos en el mundo.
Estos accesorios-que normalmente se llevan en el dedo índice o medio- están equipados con una variedad de sensores y opciones de conectividad. A menudo se emparejan con un teléfono inteligente, lo que permite a los usuarios recibir notificaciones, realizar un seguimiento de los datos de ejercicios y, los más avanzados, permiten hasta pagar con ellos.
“En sus comienzos estaban enfocados en un uso médico o especializado -por ejemplo, la medición deportiva profesional-, pero en los últimos años han dado luces de su potencial de masificación al lograr una buena autonomía energética, con modelos cuya batería dura una semana. A esto se suma la integración de diversos sensores y componentes en un volumen y peso que son cómodos para el usuario”, dice el ingeniero Hugo Durney, director del Centro de Transferencia Tecnológica de la UTEM.
En el mercado hay cerca de veinte marcas de fabricantes de anillos inteligentes, la gran mayoría de origen asiático. Oura, junto con ser uno de los pioneros, actualmente es el líder del mercado. Otras marcas que tienen prestigio son Circular Ring y Omni Ring, este último se comercializa en Chile.
“Mide múltiples parámetros, sobre todo los relacionados con el sueño, además de la frecuencia cardíaca, la saturación de oxígeno en sangre, la temperatura corporal, el ritmo cardíaco, glucosa en la sangre, el ciclo menstrual de la mujer y el seguimiento del embarazo, además, los niveles de estrés”, dice Juan Bravo, especialista de producto en Kinegun.cl, la empresa que los comercializa ($199.990).
Consultado por quiénes son las personas que buscan este aparato, Bravo cuenta que el rango etario va de los 25 a los 65 años. “Al principio era mayoritariamente gente relacionada con el deporte, pero ahora también lo compran quienes quieren monitorear su salud”, dice.
Al igual que los audífonos inalámbricos, estos dispositivos vienen con una pequeña caja que también sirve como punto de carga. “Como las personas tienen distintos diámetros en sus dedos, vienen en siete tamaños distintos”, agrega Bravo.
Empresas como Samsung ya anunciaron planes para sacar su propio anillo inteligente. El de la compañía coreana se llamará Galaxy Ring y aparecerá antes de fin de año. También dotado de múltiples sensores, la compañía apuesta por hacer análisis más completos con la ayuda de la inteligencia artificial. “A pesar de que hay más datos personales y clínicos disponibles que nunca, los datos siguen estando fragmentados, lo que lleva a perder oportunidades y a la confusión cuando la gente busca orientación para cuidar mejor de sí mismos y de los que les rodean”, dice Bernardita Orellana, gerente de Comunicaciones de Samsung Chile, quien agrega que “el núcleo de este enfoque es el acceso a información precisa, recopilada durante el mayor tiempo posible”.
El anillo de Samsung estará disponible en tres colores (oro, plata y negro) y varios tamaños. Se rumorea que otras compañías como Apple o Xiaomi también estarían ideando su propio anillo.
Autochequeo
Desde el punto de vista médico, la doctora Sonia Kunstmann, jefa del Servicio de Cardiología de Clínica U. de los Andes, ve con buenos ojos estos dispositivos. “Son similares a los relojes inteligentes al medir parámetros biométricos. Si bien no son todo lo preciso que es un equipo médico y tienen un margen de error, son útiles ya que permiten el autocontrol del paciente”, dice.
La especialista dice que en la comunidad médica se ha visto que este y otros wearables son útiles para detectar arritmias cardíacas y la fibrilación auricular, que pueden ser causa de embolia cerebral.
“El dedo es un buen lugar para medir, siempre y cuando el anillo esté ajustado. De hecho, muchos instrumentos médicos miden en los dedos, como el oxímetro de pulso”, dice. Y consultada si no es molesto usar anillos cuando se hace ejercicio ya que los dedos se hinchan, dice que eso ocurre solo cuando se hace ejercicios con las manos hacia abajo. “Es un efecto hidrostático, ya que la sangre baja producto de la gravedad. Podría suceder cuando alguien camina con las manos abajo”, añade.
En cuanto a tecnología, los últimos avances han permitido que los anillos de última generación puedan recibir notificaciones con vibraciones, incluso algunos tienen una zona en que pueden mostrar información, como las pulsaciones por minuto.
También permiten hacer pagos, esto se logra ya que algunos modelos incorporan la tecnología de transmisión de datos NFC, la misma que usan teléfonos y relojes inteligentes.
Otro de los avances que ya comienzan a verse, dice Durney, es la incorporación de tecnologías que permitan generar energía sin necesidad de cargarlos, como “el movimiento propio de la mano y la energía solar o de otras fuentes de iluminación, lo cual permite liberar al usuario de tener que recargar permanentemente el aparato y sacarse el anillo”.